Bien es conocido, que la actividad del contrabando de tabaco que describe Blasco Ibáñez en sus obras, “La Flor de Mayo” y “La Barca Abandonada” , es una realidad.
Los pescadores de la época, en este caso de finales del Siglo XIX y principios del XX, navegaban hasta Gibraltar con sus barcas de vela latina para llevar “melones y patatas” (según describe Blasco Ibáñez) a los soldados “Rojos” , o a la costa de Argel con frutas de la costa levantina. Al volver era costumbre hacerlo con “tabaco”.
Según Blasco Ibáñez en su cuento “La Barca Abandonada”, la barca protagonista, se llamaba el “Socarrao” por la rapidez de maniobra y la furia con que respondía a los golpes de mar, propio de una persona con mal genio.(Libro “La Condenada y otros cuentos” paginas 94-96, JPM Ediciones , 2017).
Y así relata Blasco Ibáñez:
“Haber ido en El Socarrao no es ninguna deshonra. Todo eso de aduanas y carabineros y barquillas de la Tabacalera, no lo ha creado Dios, lo inventó el gobierno para hacernos daño a los pobres, y el contrabando no es pecado, sino un medio muy honroso de ganarse el pan, exponiendo la piel en el mar y la libertad en tierra. Oficio de hombres enteros y valientes, como Dios manda.”
Blasco Ibáñez narra la persecución de un cañonero de Alicante:
“La vela de repuesto, que izamos a los diez minutos. El patrón cambió el rumbo. Era inútil resistir en el mar a aquel enemigo que andaba con humo y escupía balas. ¡A tierra y que fuese lo que Dios quisiera! Estábamos frente a Torresalinas. Todos éramos de aquí y contábamos con los amigos. El cañonero, viéndonos con rumbo a tierra, no disparó más. Nos tenía cogidos, y, seguro de su triunfo, ya no extremaba la marcha. La gente que estaba en esta playa no tardó en vernos, y la noticia circuló por todo el pueblo ;El Socarrat venía perseguido por un cañonero!”
“Había que ver lo que ocurrió. Una verdadera revolución, créame usted, caballero. Medio pueblo era pariente nuestro, y los demás comían más o menos directamente del negocio. Esta playa parecía un hormiguero. Hombres, mujeres y chiquillos nos seguían con mirada ansiosa, lanzando gritos de satisfacción al ver cómo nuestra barca, haciendo un último esfuerzo, se adelantaba cada vez más
a su perseguidor, llevándole una media hora de ventaja”.
Investigación sobre la historia real :
La existencia de los laudes en aquella época y sus cometidos en Torrevieja
Según el investigador fallecido D. José Huertas Morión en su libro (“Los Últimos Veleros del Mediterráneo” Torrevieja Marinera, Publicaciones de la Caja de Ahorros Provincial, edición 1981) habla de los laudes y dice lo siguiente:
“El laúd, embarcación de aparejo latino ….fue desde tiempo inmemorial el barco típico de cabotaje en el Mediterráneo, desde el Estrecho de Gibraltar hasta el Golfo de Rosas.
Las ventajas de estas embarcaciones eran enormes en varios sentidos, siendo el principal de todos ellos, sus perfectas condiciones marineras y el poco personal necesario para su manejo, siempre y cuando como es natural, que cada uno supiera a dónde tenía que echar mano.
Era un barco especial para el trabajo de las playas, pues debido al poco calado de su proa, y también a su corto tonelaje, podían amorrar en tierra, haciendo el trabajo de la carga o la descarga en el día y salir de dicho lugar, antes de que fuera sorprendido por el mal tiempo.
Los laúdes comprendidos en el trozo del litoral entre Alicante y el Estrecho, efectuaban la mayoría de sus trabajos y navegaciones en la costa de Argelia y de Marruecos, en donde transportaban mercancías de productos agrícolas, y de paso al regreso, que por regla general era en lastre, lo aprovechaban para traer algo de contrabando, en especial tabaco de Argelia.
Casi todas estas embarcaciones iban mandadas por sus propios armadores, que acostumbraban a ser patrones de cabotaje, aunque la mayoría no sabían ni leer ni escribir, en cambio sabían bastante de cuentas, y muchas veces, la propiedad se la repartían entre varios socios, cuya administración y trabajo lo llevaba el que mandaba el barco.
Estas embarcaciones eran las más económicas y también las de mantenimiento más barato, y solamente las balandras podían competir en este sentido con ellas, aunque las balandras, no reunían las condiciones marineras de los laúdes.
Torrevieja, debido a su proximidad con la costa de Argelia y de Marruecos poseía una buena flota de laúdes, propiedad la mayoría de ellos de los comerciantes y patrones de la localidad, y unas veces a fletes y otras con mercancías propias, daban vida a un gran número de hijos de la localidad y a sus familiares”
¿Existió de verdad “el socarrao”? ¿Quién fue su patrón? Un poco de historia viva.
Según el Alférez de Navío D. Francisco Rebollo Ortega así lo afirmaba en su conferencia sobre Vicente Blasco Ibáñez y Torrevieja , y “La vuelta al mundo de un novelista”, ponencia celebrada el 23-11-13. Según él a diferencia de lo que dice Blasco Ibáñez, el “El Socarrao” (su nombre era “el Resuelto”, pasó a llamarse el “El Socarrao”, porque en el astillero produjo un incendió y se “socarró”.
Pero el resto de información, por las dificultades del audio, y por no poder acceder al Blog de este ponente, buscamos otras fuentes, y la verdad es que la historia “no tiene desperdicio”.
Tenemos que decir que sin la información de D. Francisco Rebollo Ortega, nos hubiera sido muy difícil rastrear al verdadero dueño del “Socarrat”, pues su mujer era más importante que él .
Tal y como relata en “Las Provincias” sección Noticias de Alicante el 26 de enero de 2016, Las Eras Francisco Sala Aniorte, con el título “Concha Boracino”.
La Boracino era la mujer de Tomás Parodi , el patrón y armador (amo) del “Socarrat” en el incidente de contrabando del Cuento de Blasco Ibáñez.
“Aquello sucedió en 1866 y Tomás Parodi, se vio envuelto en el proceso del que salió absuelto. El propio alcalde , José Castell Satorres respondió por él, presentándole como un horado patrón dedicado al licito comercio de cabotaje.
Con ocasión de la Septembrina, fue elegido, en 1868, vicepresidente de la Junta Revolucionaria encabezada por su amigo José Castell.
En adelante sus negocios marcharon cada vez mejor, de forma que en tres o cuatro años amasó una fortuna de importancia.
Parodi era por tanto el militante republicano notorio, secundado en todo momento por su mujer, que, dados los condicionamientos sociales de la época, permaneció en la sombra hasta comienzos de1873.
Sea porque los negocios exigieron a su marido cada vez mayor dedicación, o bien porque éste renunciase a participar como lo hacía hasta entonces en un primer plano de la política activa por motivos que ignoramos, lo cierto es que desde el momento mismo de la proclamación de la República, y hasta la liquidación del episodio cantonal, entre febrero y julio de 1873, Concha Boracino fue la figura más emblemática del republicanismo federal en Torrevieja”
Y según el mismo relato de Francisco Sala Aniorte del referido Diario:
Concha Boracino fue una interesante mujer, figura representativa del incipiente movimiento feminista auspiciado por la difusión del ideario republicano-federal hacia 1870 en localidades mercantiles, grandes y pequeñas, del litoral mediterráneo español.
Una temprana manifestación del feminismo, hasta el momento solo estudiada por el
profesor Juan Bautista Vilar, y poco conocida.
De su niñez y juventud apenas se sabe nada, debió recibir la educación reservada por entonces a las mujeres de familias de clase media más o menos acomodadas: primeras letras, rudimentos de aritmética, doctrina cristiana y labores de aguja, enseñanzas impartidas en la localidad. Una formación bastante limitada, pero
siempre ampliable con lecturas independientes.